Málaga barroca

Nuestra ciudad se mira al espejo y se ve decimonónica. Se reconoce en las calles rectilíneas de la desamortización, en los chaflanes curvos y en los bajos comerciales con columnas de fundición. En otras palabras: en calle Larios. Así, el fulgor de la arquitectura de Strachan eclipsa a esa otra Málaga replegada junto al borde norte del casco histórico, donde no llegaron las aperturas de calles a expensas del suelo conventual que modelaron la ciudad burguesa del XIX. Pero allí pervive, entre la plaza de la Constitución y Carretería, un reducto de callejas zigzagueantes a las que se asoman zaguanes umbríos, tras cuyas rejas se vislumbran los patios de antiguos palacetes, conventos y posadas. Una Málaga distinta, menos mediterránea y más andaluza, en la que es posible desembocar en placetas como la de San Juan de Dios, presidida por un insólito Cristo de los faroles.


Publicado en Diario SUR el 23/05/2021.

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