Foto en blanco y negro
Siempre me intrigó que esa foto estuviese en blanco y negro. Todas las del álbum familiar están en color excepto ésa. Me gusta porque en ella no estamos posando; se trata de un robado en toda regla. Por eso la hice enmarcar. Me pregunto qué estaríamos mirando, tan sonrientes ambos; sea lo que fuese, lo que atrajo nuestra atención queda fuera de la escena. Yo tendría unos cinco años y tú te agachabas para decirme algo, pues aun estando de pie levantaba yo pocos decímetros del suelo. Ahora –qué extraño- tengo más edad de la que tú tenías en ese momento y tus nietos superan la mía de aquel entonces. El monocromo acentúa la intemporalidad de la instantánea, tomada en un remoto jardín de la memoria. Y sin embargo qué verdes son los jardines en los recuerdos.
Pero el tiempo pasa implacable. El tiempo: ese huidizo tesoro. El tiempo, asolador de jardines pasados. Hoy se cumplen veinte años de aquella noche malhadada de sirenas de ambulancia y llamadas de teléfono. Mamá siempre cree que olvidamos la fecha pero ¿cómo olvidarla? La noche en la que sucedió lo imposible. ¿Quién podría haberlo imaginado? El día –era lunes- había transcurrido bajo un cielo insultantemente azul y nada en él hacía presagiar la desgracia.
Han ocurrido muchas cosas desde entonces. He tomado muchas decisiones en mi vida, y en cada una de ellas he echado de menos tu consejo paternal, aunque intento adivinar cuál habría sido tu opinión al respecto. A veces doblo alguna esquina de mi ruta y siento que soy tú. Hay un sueño que se repite ciertas madrugadas, agridulce: todo fue una extraña confusión y sigues aquí. Pero luego suena el despertador y la vida sigue.
Publicado en La Opinión de Málaga el 05/05/2018.