El hálito de los dioses
Por un instante, el tiempo parece detenerse. Un soplo de brisa hace oscilar las lámparas de mimbre que cuelgan de la pérgola; se diría que es el hálito de los dioses grecolatinos que se hace presente. Mientras, tres estilizadas embarcaciones se deslizan sobre las aguas, entreviéndose entre las columnas dóricas que enmarcan un horizonte jubilosamente despejado. Los ojos pintados que flanquean sus tajamares son los mismos que adornaban las proas de aquellos que fundaron nuestra ciudad hace milenios, procedentes del Mediterráneo oriental. Qué atinada comparación la de Manuel Altolaguirre cuando escribió sobre ellas: «Como habichuela abierta/ mostrando su semilla,/ la jábega te enseña/ sus fuertes remadores». Por el contrario, y a diferencia de otras ocasiones, los delfines que frecuentan nuestra ensenada no han asomado hoy sus aletas por el roquedal de los Baños del Carmen, como si disponer tanto prodigio junto fuera tentar a la suerte.
Publicado en Diario SUR el 08/08/2021.