El Colegio Atenea surgió, literalmente, de un cañaveral. Debido a las exigencias del calendario escolar, el proyecto se puso en marcha cuando aún no existían calles en un sector pendiente de ser urbanizado: la vecindad de las vías del tren era -en ese momento- la única referencia a la civilización. La inspiración se buscó, pues, en el cercano Mediterráneo: atrios bañados de luz y vegetación y formas náuticas modelaron un centro escolar que, para alegría de su diseñador, fue posteriormente bautizado por la administración autonómica en honor a la diosa griega de la civilización y de la sabiduría, patrona de Atenas.