Pocas tipologías edificatorias tradicionales han corrido peor suerte en Málaga que las
popularmente conocidas como “casas matas”. Las viviendas así llamadas no solamente
conformaron el paisaje urbano del extrarradio en todas las direcciones en las que ha
crecido la ciudad, sino que la memoria de gran parte de los malagueños está asociada
a ese modo de habitar, propiciado por unos espacios domésticos caracterizados por la
fluida relación entre el exterior y el interior, el contacto con la tierra y la vegetación, y los
contrastes entre luces y sombras.
El encargo de intervenir sobre una de ellas –bellísima aunque muy deteriorada- ofrecía la
posibilidad de reinterpretarlas, inspirándose en las cualidades ambientales que las definen
pero adaptándolas a las exigencias normativas y de la sociedad actual, además de al
programa solicitado por el cliente.
La intención era dividir la propiedad en dos hogares independientes, que por imperativo
de la ordenanza debían coexistir en régimen de propiedad horizontal ante la imposibilidad
de realizar una segregación. La petición inicial de la propiedad de hacer la partición en
altura se recondujo a una disposición de dos viviendas tipo dúplex en torno a un patio,
simétricas respecto al eje del solar.
El proyecto es un ejercicio de manejo cuidadoso de la luz al interior de las tres medianeras
y tras la primera crujía, cuya cara exterior se mantiene íntegramente. Se ha llevado la
claridad de forma controlada hasta el último rincón de la casa, mediante la disposición
meticulosa de escaleras y pasillos junto a los muros de las casas vecinas, y los espacios
más opacos (habitaciones y cuartos vivideros) en los extremos delantero y trasero; el patio
funciona a modo de captador de luz solar.
La antigua fachada ha sido objeto de una restauración rigurosa: detalles ornamentales de
madera y cerámicos, carpinterías y revestimiento continuo simulando sillares.